Pantalla total.
El
pensamiento de Jean Baudrillard se desarrolla con la fuerza evocativa de las
imágenes y las metáforas. La construcción de su escritura parece a veces
confirmar sus argumentos teóricos: es una escritura que discurre en la
asociación libre de ideas pero que no parece sujeta a un plan de análisis. Sino
mas bien una serie de fragmentos encendidos que recurren y toman de prestado de
diferentes esferas del lenguaje su voz. Lo que hace dificultoso plantear una
lectura crítica que contenga cierta rigurosidad en el desarrollo argumentativo
y conceptual. Entonces se tiene la sensación de transitar un filo peligroso y
no delimitado entre literatura y ciencias sociales.
Dentro del
amplísimo abanico de posiciones con respecto a temáticas tan variadas como la
crisis de representación política, desaparición de las instituciones
deliberativas o la aparición del fenómeno de la videopolítica; hay dos filones
teóricos que pueden identificarse y descubrirse las fronteras conceptuales que los
separan.
Uno quizá
esté sostenido en "A la sombra de las mayorías" por Baudrillard, en
donde después de sentar el concepto de Masa enuncia la imposibilidad de su
representación en lo social: ni política ni medial.
El otro
aparece más común y cercano ya que está un poco más en consonancia con los
grandes enfoques sobre el estudio de medios; en donde si bien se asume la
crisis de representatividad política tradicional, se reconoce también el
surgimiento de nuevas modalidades de representación medial de naturaleza
audiovisual.
En
Baudrillard la masa existe pero su representación no es posible, con lo que la
masa no es el "espejo de lo social ni lo social es el espejo de
ella".
No puede
representarse porque ha dejado de ser referente, desdibujada como objeto se ha
transmutado en una esponja que lo absorbe todo: donde los signos pierden su
significado y los discursos articulados desaparecen.
Baudrillard
comienza a desmitificar ciertos lugares comunes de la politología tradicional,
pero no va más allá.
Porque el
poder político no sólo no está reificado en esa apatía, sino que está lanzado
obsesivamente a llamar la atención de la masa, a inventar nuevas estrategias de
poder que funcionen sobre el ansia de espectáculo que reclaman las mayorías, a
montar cada acto según las leyes que exige el show para que tenga su lugar en
la pantalla. La videopolítica entonces desacraliza la política, crea la ilusión
de mayor cercanía entre políticos y ciudadanos, inventa una proximidad que
cambia la escala entre sistema político y esfera masiva bajo la modalidad de lo
audiovisual.
La t.v. como
nuevo espacio de lucha política pide a cambio nuevos estilos, formas
discursivas sencillas y más directas que las de las instituciones del sistema,
aceleración en el planteo de los problemas y en el diagrama de las soluciones.
Escamotea
así tanto el contexto de los conflictos como la historia de los procesos e
intensifica todo en un presente perpetuo en donde el futuro es imposible de
vislumbrar y el pasado ha perdido su espesor. La progresión geométrica en la
sucesión ininterrumpida de los acontecimientos hace que estos, a fuerza de repetición,
se conviertan en leves imágenes que ya no reclaman para sí compromiso de ningún
tipo por parte del que las ve.
En la escala
del compromiso todos los lugares son lejanos y equidistantes de nuestra pantalla,
en incluso en el acto nostálgico de nombrarlos (Monrovia, Sierra Chica) se
experimenta la volatilidad de lo que aconteció y ya no existe mas.
El fenómeno
mediático ha devenido lugar común en la cultura contemporánea.La manipulación
informativa atañe igualmente a los procesos políticos, históricos, inclusive
los electorales. Acerca del ''montaje propagandístico de los
acontecimientos" y de los temas inquietantes del aquí y ahora
Vídeo,
pantalla interactiva, multimedia, Internet, realidad virtual: la interactividad
nos amenaza por todos lados.
Lo que
estaba separado se ha confundido en todas partes, y en todas partes se ha
abolido la distancia: entre los sexos, entre los polos opuestos, entre el
escenario y la sala, entre los protagonistas y la acción, entre el sujeto y el
objeto, entre lo real y su doble. Y esta confusión de los términos, esta colisión
de los polos hacen que en ningún sitio exista ya un juicio de valor posible: ni
en arte, ni en moral, ni en política.
Mediante la
abolición de la distancia, del ''pathos de la distancia'', todo se vuelve
indeterminable. Incluso en el ámbito físico: la excesiva proximidad del
receptor y de la fuente de emisión crea un efecto Larsen que interfiere en las
ondas.
La excesiva
proximidad del acontecimiento y de su difusión en tiempo real crea una
indeterminabilidad, una virtualidad del acontecimiento que le quita su
dimensión histórica y lo sustrae a la memoria.
Que las
tecnologías de lo virtual produzcan lo indeterminable, o que sea nuestro
universo indeterminable el que suscita a su vez esas tecnologías, incluso esto
es indeterminable.
Y todo esto
se consolida dondequiera que opere esta promiscuidad, esta colisión de los
polos.
Incluso en
el reality show, donde se asiste, en la emisión en directo, en el acting televisivo
inmediato, a la confusión de la existencia y de su doble. Ya no hay separación,
ni vacío, ni ausencia: uno entra en la pantalla, en la imagen virtual sin
obstáculo.
Uno entra en
su propia vida como en una pantalla. Uno enfila su propia vida como una
combinación digital.
A diferencia
de la fotografía, del cine y de la pintura, donde hay un escenario y una
mirada, tanto la imagen vídeo como la pantalla del computer inducen una especie
de inmersión, de relación umbilical, de interacción táctil, como decía ya
McLuhan de la televisión. Inmersión celular, corpuscular: uno penetra en la
sustancia fluida de la imagen para modificarla eventualmente, del mismo modo
que la ciencia se infiltra en el genoma, en el código genético, para
transformar desde ahí al cuerpo mismo. Uno se mueve como quiere y hace lo que quiere
con la imagen interactiva, pero la inmersión es el precio de esta disponibilidad
infinita, de esta combinatoria abierta.
Lo mismo
ocurre con el texto, con cualquier texto ''virtual'' (Internet, Wordprocessor).
Aquello se trabaja como una imagen de síntesis, lo que no tiene ya nada que ver
con la trascendencia de la mirada o de la escritura. Ahora bien, es en la
separación estricta del texto y de la pantalla, del texto y de la imagen, donde
la escritura es una actividad de pleno derecho, nunca una interacción.
Del mismo
modo, sólo en la separación estricta del escenario y de la sala el espectador
es un actor de pleno derecho. Pero resulta que todo concurre hoy en día a la
abolición de esta fractura: la inmersión del espectador se vuelve algo fácil,
interactivo. ¿Apogeo o fin del espectador? Cuando todos se vuelven actores ya
no hay acción ni escenario. Fin de la ilusión estética.
Subtemas del
articulo…
- EL SIDA ¿VIRULENCIA O PROFILAXIS?
- TODOS SOMOS TRANSEXUALES
- NECROSPECTIVA EN TORNO A MARTÍN HEIDEGGER
- ELOGIO DE UN CARC VIRTUAL
- LA ECONOMÍA VIRAL
Etc.
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